Torrente

 


Torrente


Arden casas y bosques, 

las comunidades sin sus tierras.

Arden de odio los que embrollan

con dichos

para la sedienta codicia de unos pocos.

Arden monstruos nacidos

del hambre, la soledad y el silencio.

Entonces,

alguien sale a la calle,

se encuentra con otros

que miran a los ojos,

eligen las palabras

hasta dejarlas limpias;

uno comparte el mate,

otro inventa cantos

honrando este suelo que pisamos,

el aire que viene a darnos la vida, generoso

el agua que es de todos y la quieren para unos pocos.

Si hace frío, si pinta el miedo, 

hay manos que se tienden

y abrazos que rearman.

De pronto la calle es un mar de cabecitas

con olas de brazos en alto, 

un torrente que viene a apagar tanto fuego.


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