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Presente

No me alcanzan los brazos para abrazar la vida. Respiro hondo hasta explotar. Es un milagro que los millones de células que soy se dispongan a disfrutar este momento, este sol, este cielo.Ojalá esta sensación se esparza por el aire para alcanzar a todos.  Se que es un instante, después volverán los grises y negros, lo cotidiano. Tampoco estaría bueno que una quede colgada de las nubes todo el tiempo. Pero este segundo es así,agradecidamente infinito.                
Una libélula  cruza el otoño por la avenida. Al fresno le tiemblan sus hojas amarillas,  el arce coquetea con sus rojos, y llueven flores rosadas de palo borracho. La pobre bicha no sabe a quién mirar y ahí va, de una orilla a otra, espejando al sol  con su aleteo, en su efímera vida                           de insecto. Flamea con el viento loco una bandera de nubes de otoño. Abismo de cielos, cascada de árboles.

La despedida

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Apenas se veía por la ventana. El vidrio estaba empañado y la hora temprana no terminaba de despertar a los vecinos. La mayoría de las luces del edificio de enfrente estaban apagadas y en el cielo solo había una luz tenue de amanecer. Desde su cama, Irene repasó que tendría que comprar cortinas un día de estos y tal vez una persiana de madera para frenar un poco el aire frío que congelaba las buenas intenciones de la estufa vieja. Todavía inconsciente por el sueño, manoteó el espacio vacío de su marido que ya se había ido a trabajar un par de horas atrás. Con un gesto casi infantil se dio vuelta, arropándose hasta la cabeza con las frazadas e inmediatamente se incorporó para asegurarse que la bebé estuviera abrigada en su moisés. Le sonrió y se sintió protegida. Pensó que eso era raro, pero que igual lo sentía así. Esa bebé de cuatro meses, rosada, de pelito suave, de nariz respingona, de ojos redondos y brillantes, de boca gordita, la protegía de sus miedos, de sus pesadill

Viaje de vuelta

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— ¿No te merecés un taxi? Mirate, estás agotada, trabajaste todo el día, llevás tres bolsas, al bebé, los chicos, las mochilas... Después de este diálogo interno, la mano se le levanta sola ante un Fiat negro y amarillo que se acerca con su insinuante luz roja, invitando a subir. La noche tibia y húmeda desparrama colores y luces. Autos, vidrieras, gente yendo y viniendo. Una mano amable, abre la puerta trasera. Un ciclón de bultos y chicos la empuja hacia el interior del auto. Con un pie tantea el espacio y logra esquivar el marco de la puerta.Tambaleando ocupa, felizmente, los centímetros cúbicos que le dejan. Con una mano sostiene al bebé, con la otra busca las llaves de casa en los bolsillos. Si, ahí están. Solo falta encontrar el cambio para pagar el viaje. Saca de la cartera, algunos objetos que entorpecen la búsqueda: la agenda, una cartuchera, un pañal, la mamadera. El bebé la reconoce y lanzando grititos de alegría intenta apoderarse de ella.  Con una manito asegura el

Palabras habitadas

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Cuentos para dormir

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Empecé el viaje con "Humpty Dumpty", el huevito infeliz . Se me llenaron los ojos de tristeza al escuchar una y otra vez su historia fatal. En cuanto pude leer sola me amargué la vida con las desgracias equinas de “Azabache” de la colección Robin Hood , la de los libros amarillos de tapa dura. Después fue “Platero y yo”, peludo, suave y mojado en sus últimas páginas por lágrimas incontenibles y “El Principito” que me dejó desolada en medio del desierto sin fin. Ahora a la distancia creo que esos cuentos antes de dormir fueron el mejor remedio contra el insomnio...me dormía para no sufrir más. Dibujo extraído de Wikipedia