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Mostrando entradas de agosto, 2020

Sueño

  El calor húmedo la hacía dormir mal.Sintió el aplastamiento de su cara contra la mano y de ésta sobre la almohada. Entonces con un movimiento brusco la dio vuelta, buscando el contacto más fresco. Al rato sacudió la sábana con la que siempre se protegía tapándose hasta las orejas. Desde niña tenía esa costumbre. Tal vez algún sueño o un cuento en el que un demonio se acercaba a tocarle los pies, le había creado ese hábito de autodefensa. Por eso, aún sufriendo un poco más de calor, se sentía más segura. Cada tanto vigilaba que su perro durmiera sobre la manta que tenía al lado de su cama. Frente a la soledad, lo sentía como un ángel protector, un guardián fiel en ese submundo de pesadillas del que intentaba despegarse. Pero esta vez Congo no estaba. Tal vez había salido en busca de algo o alguien que rasgaba la puerta de madera. Ella   bien sa bía que la noche se poblaba de cucarachas y otros insectos que salían de sus nidos en busca de   comida. No podía soportar ese cuarto

Avis Dei

 Cualquiera podría comprobarlo, "Avis Dei" es un bar de la avenida Scalabrini Ortiz. Ahí estaba yo tomando un café. Frente a mí, cuatro mujeres conversaban alrededor de una mesa con velitas encendidas y copas grandes de vino tinto. Solo se parecían en la edad, por lo demás eran completamente diferentes, como una reunión de muñecos puestos a tomar el té. Algo me hacía mirarlas y tratar de escuchar la conversación que mantenían. La más rubia contaba algo de su viudez y sobre una mudanza para alejar recuerdos. Hablaba de sus planes hacia futuro, compartir una galería de arte o algo así. La de pelo negro, lacio y brillante dijo contó sobre un taller de cerámica. Creo que intentaban armar un proyecto juntas y a medida que cada una intervenía, el grupo se volvía más animado. Algo en sus gestos, en su conversación me resultaba familiar. La pelirroja de rulos sacó un paño que colocó con cuidado y un mazo de cartas de tarot. Me pareció algo extraño de ver en un bar, pero a la vez cont

Música para el alma

 Ruido de camillas y atriles desplegándose en un pasillo frío de hospital. Pasos agitados, cierres que se abren. Maderas, metales. –El coro por allá, en orden de voces –dice alguien. Narices de payaso, flores para los instrumentos, grullas para repartir. El chello da su nota al aire, los violines se acomodan. El oboe practica una escala. Las voces se apagan. Una mirada se alza por sobre las cosas y ahí están los afligidos, los enfermeros, las médicas, los empleados, las familias, los niños, los músicos. Se ven las almas, se ve la emoción agitada de la música que entra y sale como una respiración, como oleaje. Un gran manto que envuelve a todos con su oceánica transparencia. Alguien llora, alguien sonríe, alguien abraza, alguien dice gracias.

Esos días

 Dos colectivos pasaron de largo, como si María fuera invisible. Durante la espera interminable de un tercero, se largó a llover. Por suerte María llevaba paraguas, pero la lluvia parecía venir de todas partes. Mientras tanto, se le ocurrieron las mejores frases para responder a las acusaciones de su novio Matías. Claro, que ya no le servían porque la discusión había ocurrido la noche anterior. Se prometió no ser tan impulsiva, aprender a respirar hondo y concentrarse en sus próximas vacaciones. Fastidiada, húmeda y tarde, así llegó María al trabajo. En la oficina ordenó papeles, firmó documentos y preparó algunos informes. La sensación incómoda y fría la acompañó durante esa mañana. Para darse aliento, cada tanto analizaba las mejores ofertas de cabañas, en alguna página de internet. Pensaba en Matías y en cómo desenredar la madeja de palabras con las que había terminado la pelea de esa noche. Entre otras cosas, María se había propuesto dejar de fumar, pero se arrepintió. Ese no era s

Por la ventana

Imagen
Se asoma un gigante, trae un cielo verde con relámpagos oscuros.  una luz de menta que ilumina el cuarto. Si me ve llorar por lo perdido, no me juzga y agradece el agua. Me enseña a soltar, entre vuelos de hojas y semillas de luz, llueven reflejos de flores naranjas. Un gigante bondadoso que extiende sus ramas  y consuela mi nostalgia de bosque.

Pan

 ¿Quién sembró cada semilla? ¿Quién les dio de beber? ¿Quién trenzó sus espigas? ¿Quién trilló cada grano, trigo, trillar,  triturado? ¿De qué galaxia es la levadura? ¿Eso es magia o es milagro? ¡Esos hongos diminutos  que tienen tanto trabajo! ¿Cómo sabe el cuenco de mi mano, la cantidad justa de sal? Me hundo en un colchón suave  que no dejo de amasar. Luego, tendrá que descansar  en un lugar tibio  y oscuro, como me gusta a mí,  que si esta frío  no duermo. ¿También habrá que hacer silencio? Después llegará la horneada, cuando salga  crujiente y dorado,  ¡Sabrá que yo lo he creado? Estrenaré con otros  la palabra  compañero. ¿Le gustará a mi familia  este pan tan preguntado?