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Mostrando entradas de marzo, 2021

Mi abuelo, el pescador

 LA MAGIA DEL PESCADOR- " A mi abuelo le encantaba ir a pescar y cantar, tanto que desafinaba, los peces salían del mar." Mi abuelo, Don Aurelio, era un hombre emprendedor y entusiasta. Tenía dos  pasiones: pescar y cantar. Charco, río o laguna, donde fuera que hubiera un poquito de agua ahí estaba con su  caña, su anzuelo y sus lombrices, nunca una red o un medio mundo porque para él  eso era hacer trampa. Su otra regla de oro era: “Todo lo que se pesca se come”, así  que se cuidaba de no pescar zapatos o latas oxidadas. Le encantaba disfrutar del  silencio de la noche en la orilla y después del canto de los pájaros al amanecer. Todos decían que él era el mejor pescador del lugar. Siempre sacaba la mejor pieza o  volvía con su bolsa llena de pescados que cocinaba en una sartén grande para su  familia y amigos. — Aurelio ¿no me trae algunas de sus lombrices? — le pedía uno, —Aurelio ¿no me  daría alguno de sus anzuelos? — le pedía otro y así trataban sus compañeros de  des

las calandrias

 Natalia caminaba por el sendero de piedras. Las plantas habían crecido tanto que le daban al lugar un aspecto salvaje. Ella, feliz creía ser una exploradora en medio de la selva.   Perseguía a las hormigas para descubrir el escondite de sus tesoros. Cada tanto alguna vaquita de San  Antonio  o una mariposa  limón la  dejaban con la boca abierta de tanta maravilla. Más arriba, entre las ramas del tilo y del naranjo, unas aves revoloteaban laboriosas: Una ramita, una pluma, alguna hoja seca.   Natalia disfrutaba ese trajinar de dos pájaros cantores, de cejas negras y cola movediza.   En cuanto llegó el jardinero corrió a saludarlo.    -¡ Hola Mario!    - ¡ Hola nena! ¿Cómo anda  tu , selva?   -¡ Bien! ¡ Veni, veni que quiero  mostrarte algo! ¿Ves allá arriba?   -Uyy,  mirá  qué cosa linda! ¿ Sabés  qué son, Nati? -preguntó el jardinero. -Si,  pajaritos. - respondió Natalia   -¡Claro!  Esos pajaritos se llaman calandrias y cantan muy lindo.  

Décimas

 Anda solo por la fuente, Sin remos, ni timonel, mi barquito de papel. Se lo lleva la corriente, con mis manos lentamente, en el agua, bien hundidas, a tierras desconocidas, con pájaros de colores, con frutos y resplandores y tardes enrojecidas. ------------------------------- En la terraza, mi abuela se convierte en una maga,  hasta que el sol se apaga, entre las calandrias vuela,  y pinta con acuarela al gladiolo y al cedrón, ya cuenta en el paredón, jugando a las escondidas, con sus nietas preferidas se convierte en un ratón.

Juan, el amigo invisible.

    Que te vayas lejos, no te permito    y por eso te traigo de la mano    a disfrutar el aire de verano,    los dos con este espléndido barquito.     La fuente con su estatua nos espera,   el gordito tira agua todo el día,   ¡bajo ese chorro al fin me quedaría!   ¿Podríamos hacer una carrera?     El papel que encontré ya tiene forma   ¡Lancemos al barquito indestructible!   ¡Uy! ¡Se hundió!¡ y a la orilla no ha llegado!     Con alegría veo que todo te conforma   ¡Juan!¡Te quiero aunque seas invisible!   Me divierte mucho estar a  tu lado.