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Radio

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Poema publicado por la Revista Trinchera, diciembre 2023   Radio Desde la cocina de mi abuela se escucha una fritura y una canción alegre, suenan guitarras vibrantes, batería, armonía de voces, un idioma que fluye en la música, palabras que apenas entiendo. Mientras ponen la mesa en el comedor diario mi tía y mi mamá discuten, se quieren y discuten, no acuerdan en nada, son como un ying yang, un juego que ellas juegan sin saberlo. Esta vez, por la canción que llega con el olor a comida, una dice que suenan a lata, la otra que son geniales. Mis muñecas sentadas contra la pared del pasillo, son mis alumnas por un rato, algo me hace abandonar el juego, es esa música que entra a mi cuerpo  por la cabeza,  hace espirales en el pecho, me mueve los pies y los brazos, soy baile desenfrenado, golpeo unos platillos imaginarios, hago sonar una guitarra de aire entre mis manos. ¡Quiero más de eso! Los de la radio que aún creo  que son seres diminutos  dentro del aparato  me complacen y estiran var

Tarde de Reyes Magos

  Tarde de Reyes Magos   En mi casa nadie cree en Papá Noel. No podría contarles lo que dice mi mamá de Papá Noel, es gracioso. —V os no repitas — me dice la abuela —, a tu mamá se le va la boca. Yo imagino la boca de mi mamá arrastrándola para un lado y para otro. No es ella la que habla, es la boca. Y le hace decir ¡cada cosa! — Y ni se te ocurra decirle nada a tus vecinitos, que después van a andar llorando por ahí. Como ellos sí creen, Papá Noel les deja regalos en Navidad, en cambio los de mi casa los compran mi papá y mi mamá. ¿Cuál es la gracia? Pienso yo. Si creyeran se ahorrarían unos cuántos regalos.   Nosotros somos fan de los Reyes Magos. "Esos si son de verdad", dice mi abuela. Están desde siempre y además son más divertidos que Papá Noel que no estaciona con los renos en las casas. Seguro debe tirar los paquetes desde el trineo, en cambio los Reyes se trepan al balcón con los camellos y ahí les dan de comer y tomar.   Entonces, tenemos que ir a ar

Niñxs en guerra

  No tengo mis muñecas, mis zapatos rojos, mi pollera con volados. A nadie llamo, papá…mamá... Solo está ella cada tanto con sus ojos de giroscopio, los miro para adivinar su truco, en ellos soy buena y fuerte. Alrededor todo se cae a pedazos. Horribles silbidos  serpentean   entre escombros. Con su mirada  juntaré mis pedazos, respiraré hondo  y mi corazón  latirá  más despacio. Mi hermana todo lo que tengo.

En la calle

Como sobresaltada por mi propia sombra miro a un hombre dormido, un hombre manso, lo arropan hojas lánguidas de otoño, una frazada sucia  lo abraza al suelo frío dándole intimidad a su sueño. La gente insomne lo ignora, tropieza con una  pequeña palabra  amorosa de aire que lo ronda, su única pertenencia,  los ojos de una madre se asoman desde la luna a ver que fue de ese río que trajo a su niño hasta esta esquina.

Bajo la ducha:

    “Matar al ego” ¿Por qué matar? ¿Por qué  a tantas cuestiones de la vida  les ponemos palabras de guerra? Entendí todo mal:  No había que matarlo, solo dejar que se desinfle.  Terminé golpeándome  la cabeza contra la pared, gritándome  palabras horribles, clavándome alfileres,  caminando una y otra vez  sobre maíz, castigada, mientras la vida  que debía sostener  quedaba suelta,  desprotegida. Quiero las cartas  de vu elta: quiero estar atenta  presente, rehabitarme, empezar desde donde se pueda, quiero un ego  que no  corte ni lastime, liviano, suelto, que solo ayude a florecer y a maravillarme  con los otros, con lo simple.

21 de febrero "Día de la receta derramada"

  Juana estaba preparando falafel cuando la llamada del teléfono la interrumpió. Pegó un salto, corrió a atender. Al mismo tiempo el bol con la mezcla cayó al piso de forma tan violenta que llegó a enchastrar las paredes de la cocina y aún peor, parte salió disparada por la ventana hacia la casa de su vecina. Fue mucha la vergüenza de Juana al darse cuenta de lo ocurrido. La anécdota pasó de boca en boca y vaya a saberse como, los vecinos del barrio lo tomaron como una buena excusa para tirar sus excedentes de preparaciones.  Claro que solo una vez al año se lo permiten, ese día en honor a Juana vuelan tallarines, ensaladas, masas varias de ventana a balcón, de balcón a ventana. También en plena calle puede verse a los vecinos arrojando batidos y mezclas contra las paredes y los autos.

Orquídeas

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  Delantal almidonado, blanco del más blanco puro, se asoma por el balcón con sus pétalos tan pulcros.

Guardiana

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 Me incorporo en medio de la noche buscando una bocanada de oxígeno. Los ojos desorbitados, un gusto amargo de pesadilla. Entonces, la veo. Allí está, duerme a mis pies plácidamente. Se que acaba de salvarme de los monstruos intergalácticos. Estiro una mano y le rasco la panza.