Entradas

Mostrando entradas de 2023

Subte

Imagen
                                            Foto Aoreste, Pixabay Subte, poema publicado en el suplemento literario de la Revista Trinchera, diciembre 2023   Wislawa está sentada a la orilla de un río, yo la imagino   en uno  del sur bordeado de álamos dorados y piedras que brillan desde el fondo.   La mirada vuelve gustosa sobre las palabras, se abren las puertas del subte.   El libro espera un poco más entre las manos.   Una coreografía de dedos se despliega sobre las pantallas, mientras, busco un lugar donde sentarme.   Un músico, con su guitarra y su voz  trae Ojalá, juega a ser Silvio, y Wislawa vuelve a estar en esa orilla pero ahora, llorando tu ausencia.

Del otro lado del mar

Imagen
  Primera mención Concurso Internacional Literario Fundación Resifro 2023 Del otro lado del mar Nadie duerme, la noche se ha comido los sueños. Ojos abiertos como preguntas, como pájaros. La noche se ha comido las palabras, son un puño  que aprieta el corazón. Me duele el tirón de orejas que alguna vez te di, me alivia el sonido de tu risa junto a la mía,  me lleva  un barquito de papel navegando en los charcos que alegraban la tarde. Hoy un barco inmenso en un mar desconocido  se llevará a mi niño para siempre. Arrullada con cuentos de finales felices, cuidaré tu patria de infancia, de palabras amorosas, de gestos, de comidas. Allá todo será nuevo, tu sangre joven aleteará  buscando una vida plena, lejos de esta casa de piedra, de este pueblo tan pequeño que ni los sueños caben. Bajaré algún día  a conocer ese mar que nos separa, le pediré a las olas que te alcance el calor de mi abrazo por si te hiciera falta.
Imagen
  "Libélula" forma parte del libro Juego de Amigas Ed. Artilugios, 2023 Libélula  Cruza el otoño por la avenida, al fresno le tiemblan sus hojas amarillas, el arce coquetea con sus rojos, llueven flores rosadas de palo borracho; la pobre bicha no sabe a quién mirar, y ahí va, de una orilla a otra, espejando al sol con su aleteo, en su efímera vida de insecto.  

Bucaresti

Imagen
  Mi primer viaje a otro país y a otro continente. Una temporada con la boca y los ojos abiertos, como si fuera niña otra vez. Todo tan nuevo que hasta mis sueños cambiaron de temas, formas y colores. ¡Otro idioma! Cuando lo escucho, también pienso en los sueños:  reconozco palabras pero no llego a entender de qué están hablando.  Estoy en el barrio Cotroceni, en el sector 6 de la ciudad de Bucarest, una ciudad casi redonda, un barrio más redondo aún, tanto que la calle por la que camino, la Strada Dr Louis Pasteur, pega la vuelta. Hay muchas casas señoriales, de dos plantas, con techos de tejas, jardines que dan a la calle cubiertos de enredaderas, entre otras de corte moderno, amplias con inmensos ventanales. Las veredas son angostas, un poco por el ancho real y otro porque los autos se estacionan montados . Es otoño, y la maravilla de castaños, hayas, magnolias, plátanos y jaboneros de China me llenan los ojos de verdes, dorados, naranjas. Caminar por esas callecitas es una fiesta p

Tres rosas amarillas

Imagen
  Aterrizar en Madrid después de pasar una temporada en otro país con un idioma diferente, fue como caer en los brazos de mi madre. Volver a escuchar las frases que entiendo, captar la ironía, los chistes, poder leer todos los carteles, fue  algo así como haber mirado largo rato alguna de esas imágenes 3D que parecen ser solo diseños extraños hasta que por fin se despliega la imagen real.  Íbamos a cenar y, de paso al restaurante, encontré  la vidriera de una librería que me recomendaron: "Tres rosas amarillas". Aunque estábamos apurados, quise entrar. No podía dejar de mirar. Como si hubieran puesto ahí mis objetos preferidos: libros pop-up y móviles. Necesitaba atesorar lo que veía. No alcanzaba con mis ojos. Como si buscara más bolsillos para guardar puñados de monedas de oro, pensaba en otros ojos queridos que me ayudaran a guardar esas imágenes.  Como para poder salir de ese trance, abrí el libro que tenía enfrente. Apareció entonces una hoja negra troquelada con la figu

Buta Ranquil

Imagen
Buta Ranquil fue publicado en la revista Trinchera, seleccionado en el concurso de relatos Hebe Uhart, abril de 2023 Marzo de 1981. Hace un año que estamos en tratativas para irnos al sur. Mi compañero y yo buscamos una escuela rural donde poder vivir con nuestros tres hijos y trabajar juntos. Suena el teléfono en casa de mi mamá, llaman del Ministerio de Educación de Neuquén. Hay una escuelita rural con vivienda y dos cargos, dice la voz, ¿cuándo podrían presentarse? ¿El próximo lunes estaría bien?  No, es urgente.  Bueno entonces dígame usted. Mañana por la mañana tienen los pasajes de Lade, los esperamos. Son las tres de la tarde.Desenredo algunas de todas las emociones e ideas que se amontonan.Un lío. Mi mamá es la primera en recibir la noticia junto con mis hijos que juegan y corren alrededor. Es mucho: viajar en avión por primera vez, cambiar de casa, de provincia, dejar a las abuelas. Llamo a mi compañero y le cuento.  Vivimos en una casa alquilada por un pariente. Esa es buena,

Dos bisabuelos

Imagen
  Después de recorrer los caminos estrechos de montaña sembradas de casitas a orillas del mar, de llenarnos los sentidos con los limoneros maravillosos y fragantes plantados en los bordes, las delicias que íbamos probando por los pueblos más bonitos que te puedas imaginar: Santa Ágata, Positano, Praiano, Amalfi, Ravello, Juan y Meli me preparaban una sorpresa: el peregrinaje hacia la tierra de mis  bisabuelos. Es extraña la forma en la que a veces nos conectamos con nuestros antepasados, a quienes no conocimos con vida: a veces son anécdotas, mínimas descripciones, un objeto que los trae, un trámite para simplificar algunas cuestiones de la vida. Tomamos una ruta que nos saca de ese fondo de pantalla. Ahora el camino podría ser la autopista de cualquier lugar del mundo. Justo ahí comienza nuestro peregrinaje. Un cartel indica el camino hacia Avellino. No se si los italianos son menos ansiosos que nosotros pero no hay kilómetros que indiquen cuánto falta para llegar. Igual todo está per

Camino nuevo

Imagen
  Dije que iba a la casa de una amiga. Pero no. Voy sola. Elijo el bosque.   El bosque era el paseo familiar de los domingos. Mi mamá llevaba en su mochila suficiente comida y abrigo. Mi hermano juntaba frutos y hojas como para convertir nuestra habitación en un museo de ciencias naturales. Le encantaba contarme todo lo que investigaba sobre sus tesoros. A mi, en cambio, me gustaban más los bichos y molestar a mi hermano que prefería mantenerse lejos de todo lo que se moviera por sí solo.   Esta vez no es domingo. Y decido descartar el camino familiar.   Elijo el sendero que está marcado con rojo. El silencio tejido de ramas me eriza la piel. Necesito mirar, respirar hondo, llenarme de ese olor a tierra fértil. Un camino apenas dibujado. Alguna señal indica por dónde seguir. Por momentos me aferro a las raíces de algún árbol que son como brazos para el camino que baja.   Un colchón de hojas cruje con mis pasos. Siento la soledad. Como cuando descubrí que podía quedarm

El peso de las palabras

  EL PESO DE LAS PALABRAS                                          ¿Acaso flotan eternas como prisioneras de un ventarrón? ... Silvio Rodriguez ¿Qué palabras nos habitan? ¿De quiénes son las voces que escuchamos en nuestro interior? ¿Elegimos bien las palabras para sostener nuestras ideas, nuestros sueños? ¿Cuáles son las que nos decimos cuando pensamos   iniciar un proyecto? ¿Quién nos dice esas palabras en lo más profundo de nuestro ser? ¿Y en nuestros vínculos? ¿Sabemos encontrar las palabras para acercarnos? ¿Sabemos acariciar, curar, nutrir con las palabras? Cuando alguien muere, sigue dialogando con nosotros en sueños y convocamos sus palabras en las conversaciones con la gente que tenemos en común. Clemente, el cacique qom, de la comunidad Derqui , explicaba en una charla que ellos hablan poco porque eligen las palabras, sabiendo que son poderosas y provocan cambios en quién las escucha. “Las palabras son físicas, pueden sentirse”, asegura el filósofo Luis Castell

Puercoespín

  Pobrecito el puercoespín parecía un alfiletero, tenía prohibida la entrada a todos los peloteros. Pinchaba a sus compañeros y cuando él quería bailar se largaban a llorar. ...Y así el psicólogo habló: "No es tan mala su intención, le hicieron bullyng de niño,  le hace falta mucho cariño. Yo tengo la solución con tai-chi y meditación crema enjuague y buen jabón". Puercoespín, puercoespín yo quiero bailar con vos, acercate despacito y juntando nuestras manos, bailemos esta canción.

Reinas magas

Imagen
  Una a una,  enhebran la fila interminable,  cargadas de regalos para  el niño que vieron nacer.  No llevan capa  ni corona,  sino ropa de colores,  remeras con mangas,  zapatillas cerradas ( lo dice el reglamento). Viajaron muchas horas  hasta este punto,  el camino las guía en el medio del campo. Van en silencio,  algunas rumiando:  tristeza,  esperanza, culpas ajenas,  otras van a los gritos,  sus fantasmas tiran piedras desafiantes. Tan distintas ellas, solidarias; las une la misión de llevar ofrendas, en bolsitas transparentes: pan,  yerba,  fideos (los tomates pelados, cortados, sin semillas). Ellos se pondrán la mejor ropa, aunque  no la tengan, para cumplir el ritual, buscarán un mantel que cubra sus pensamientos oscuros, el pedacito de pasto, el árbol  con su nido de chimangos, la vista del horizonte serán la tierra prometida. desde el encierro. Allí, sin la estrella, se abrazarán a las magas entre lágrimas, también risas, hasta que la guardia  diga: Se ha terminado la visita