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Mostrando entradas de septiembre, 2020

Desde la ventana 1

  Desde la ventana, una mujer acompaña los pasos de la que camina por su vereda, el tiempo se deshace en resortes y tornillos oxidados.   La misma hora y el mismo saquito   envuelven a la que va y viene. Un día lleva los ojos puestos en el cielo y es tanto el aire en sus pulmones que apenas roza el suelo otro, su mochila y las penas la arrastran, cargada de culpa y arrepentimiento. Una nube oscura ocupa el cielo cuando las dos lloran, los árboles aletean   cuando las dos cantan.

Ritual 1

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Pintura de Francine Van Hove Este poema fue seleccionado en el Certamen Alejandro Vignati de San Andrés de Giles 2023 Sumergida en una taza de té y en un libro, como si alguien le lavara el pelo con agua tibia, la veo hundirse feliz en el reposo, veo el destello en su mirada, el segundo y el infinito del universo, gozosa en su propia conexión. Con el humo blanco, suben lentas, bailarinas, las palabras, se vuelven tibios mundos de papel. De ese lado todo es caricia, de este otro, yo, tan ajena.

El puente

Se niega a ceder ante el asfalto un río de tierra con sus barrancas, hay un puente para soñarlo. Cuesta arriba voy y el corazón late fuerte en la promesa que siempre se cumple. Estiro la mano, salto, grito saludo su traqueteo, el sauce, sacude sus guirnaldas de hojas para que todo sea una fiesta. El sol deja sus rieles en el suelo y juega al sube y baja  con la luna llena. La ciudad  se vuelve un mar de luciérnagas. Todo se hace presente.

A mi lado

  Estuve a punto de contarte que el cuadro de mi mamá decapitó al Sagrado Corazón que la velaba   ¿A quién más le diría semejante cosa? ¿Con quién más buscaría señales de otro mundo, para terminar llorando de risa por las cosas más extrañas? ¿Con quién más saldría disfrazada a cantar serenatas? ¿Con quién más haría  una ronda de hijos para jugar hasta agotarnos? Tengo al lado mío tu espacio  que me acompaña. No supe abrazar, hasta que me enseñaste. Perseguimos juntas  a todos los Dioses, a todos los sueños. Esperé cada regreso tuyo para escribirlo juntas, cantamos juntas, juntas parimos,  enamoradas nos estrellamos. Ni viuda, ni huérfana, no sé cómo nombrarme en tu ausencia. No pude llorarte, hasta ahora, tan ocupada en sostener tu mano tibia, grabarme su peso, tus uñas redondas, en llevarte al agua de la fuente en esa canción con la que te arrullaba.

Intento

  Sube con un lienzo por la escalera que da al cielo la mujer, caracolea, carga el día en sus pinceles, sus manos vuelan entre las nubes que empuja la tarde, con agua de arroyo pinta pájaros que escapan ni bien les crecen las alas, sus brazos dibujan olas, llenas de aire aparecen montañas transparentes y abismos azules, los ríos se le escurren por el tejido. Para poner orden y dividir las tierras de los mares, convoca a las palabras, pero tropiezan unas con otras, alguna muere ensartada por un signo de pregunta, y otras, atropelladas por el carro de la pasión. Entonces, cierra los ojos y canta, la música llena el espacio, firme su voz, las notas fluyen libres y sutiles, y una certeza le llena el pecho, sabe que llegará el día, que las palabras acudirán a su llamado, las formas y los colores se asentarán serenos en la tela, mientras tanto, confía y canta.  

A la intemperie

Imagen
  En un rincón, entre las ramas de la tipa que se asoma al patio, con algunos rayos de sol acuestas, se pasea, esta mañana confundida, con una primavera que aún no llega. Acaricio su dureza tibia de piedra eterna, mi cofrecito animal que guarda en su silencio de tortuga, todo aquello que ya no recuerdo.