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Mostrando entradas de julio, 2021

Haikus

Llegó la noche consuela mi tristeza la madre luna. La luna fresca se refleja en la noche blanca, de menta. ¡ Guarda el secreto viajera de la noche! Voy tras tu huella. Mi perra lame helada en el charco la blanca luna. Luna de agua partiendo en mil pedazos la noche fría.

Mi perra

 La medida de mi amor tiene dentro la despedida temprana, el tiempo que seguirá invisible jugando con sus patas cortas a saltar del sillón. Nos abrazamos con los ojos mientras rasco su pelaje y descubro en su mirada  algo que está más allá  de los cuerpos. En nuestros paseos, pienso en esa cuerda,  ¿A quién sostiene?

¿ De quién es esa voz?

Veo una imagen apenas dibujada, se acerca en silencio, entre pensamientos desordenados. Esencia, luz entre las hojas de un árbol frondoso, la sensación fresca de pasto entre las manos. La niña corre hacia mí, a medida que se acerca la veo envejecer. Da un salto, me incorporo y escucho  mi propia voz.

De noche

¿Por qué volaron las tazas de nuestro desayuno? No está la mesa con el mantel a cuadros ni la silla donde me sentaba. ¿Qué es ese olor a tierra húmeda que me envuelve?  Dibuja un paisaje que no veo, la neblina insiste en ocultarlo. ¿Por qué me da miedo atravesar lo oscuro? Un espejo me refleja niña, cabalgando en almohadones de lona; escucho una melodía conocida, una guitarra, voces amadas, de fondo: risas, el sonido del mar que viene y va. Nosotros dos jugando a atraparnos, a besarnos tontamente,  disfrazados de lo que no somos. No siento el peso de mi cuerpo sobre el suelo. Ni un solo hueso me duele. Huele a azahares la noche... ¿Es de noche?

las frazadas de lana

Imagen
      Enhebro la lana, la aguja marca el camino entre un cuadrado y otro. Las manos se multiplican en un mar de rojos y verdes, magentas y azules. Se acomoda el arco-iris: punto bobo, punto bajo, punto alto, punto abanico, la hebra une pensamientos, corazones que soñaron abrigo. Las frazadas se convierten: en un mapa de abrazos, en caricias de lana, en la mano tibia que sostiene la noche.

Agendas

Agendas ¿Por qué la primavera parece más llena de vida que otras estaciones? Gritos, música, bocinazos, risas, el canto del vendedor que ofrece cubremanteles enmarcan las tardes de Caballito. Un colectivo se acerca a la parada de Acoyte donde suben varias personas. El kiosquero arma una mesa llena de agendas para el próximo año.  En la puerta del Banco Provincia suena una banda de jazz compuesta por guitarra, contrabajo y clarinete.  En esa escena musicalizada, una mujer vestida de impecable blanco y negro lleva un bebé en cochecito. El niño, un pequeño déspota de rulos y traje, parece ensayar su futuro como gerente general.  El colectivo ahora lleno, se detiene ante el semáforo. Adolescentes de pollera cuadriculada, camisa blanca y corbata roja, conversan animadas sobre sus exámenes. Otra mujer, vestida de deportivo verde, arrastra un changuito acompañando rítmicamente a la banda musical. En su mano lleva una lista de compras para el mes. Ninguna parece registrar el momento ni mira la

Los libros (Biblioteca del puente)

  Los libros (Biblioteca del puente en pandemia) Apiñados, como en hora pico del subte, humanos y animales se entremezclan; con la puerta entreabierta se escuchan voces, cada uno tiene una historia que contar.  Los del fondo gritan fuerte: ¡Queremos volver! ¡Queremos volver! Tironean de una guirnalda  que quedó enrollada en un estante, desde arriba un personaje, recién salido de un cuento,  tira cientos de papelitos con poemas. No quieren estar a oscuras ni en soledad; dicen que si nadie vuelve a abrirlos, morirán de tristeza. ¡No sean tan dramáticos! ¡Esto va a pasar! Les traigo noticias del puente, para que se callen un poco y para que sepan de ustedes; les digo que los están esperando y que todos soñamos  con ese momento, de volver a encontrarnos.

Destiempo

  Volver el verde a su alma, destejer pulóveres y medias, jugar al vóley  con el sol hasta que no recuerde  con qué estación se empieza; pedir perdón antes de equivocarse, pedirle al río que pula la otra cara de las piedras, pedirle al día que a la luna encienda, dar las gracias antes que la gracia llegue, cerrar los ojos para andar despierta, reir con los pies,  caminar con la cabeza, respirar muy hondo, hacerme pequeña, hasta esa edad  en la que se cree con firmeza que es posible que cualquier cosa suceda.