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Mostrando entradas de octubre, 2021

Tigre

  El pasto fresco huele verde, El cielo se cae al río, los barcos se mecen solos con un murmullo tranquilo. Desde la orilla espero, mirando hacia tu ventana, la luz que quedó encendida serpentea por el agua. Colgadas de tu reflejo, se acurrucan las palabras, me piden algún poema y las estrellas se empañan. Sopla el viento y entre las ramas del aromito se esconden los miedos y las tristezas, en las aguas de la noche.

Las manos de mi abuela

  Tus manos, siempre tibias, sanan cualquier dolor con solo tenerlas cerca. A veces me dejas que las investigue, me gusta pellizcar despacito el papel barrilete de tu piel, perfumada de lavandina y rosas. Cuento las pecas como si fueran constelaciones hasta quedarme dormida, acurrucada entre esas manos como un pajarito.

Sendero

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  Huele a tarde, túnel verde, crujido de hojas. Una filigrana de ramas deja ver un fondo de cielo. El silencio es un telón de chicharras.Una mulita despierta aturdida por el calor y busca otro lugar para seguir durmiendo. Colgado en las alturas un mono carayá llama a su familia. Las mariposas rojas, naranjas, inmensas nos acompañan por el sendero.

Ojos

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  Me quedo colgada de tus ojos tan azules como un buen día. Sus rayos grises, como de bicicleta, invitan. En el ojo izquierdo hay un laguito verde, una isla donde descansar. Me detengo; caramelos de eucalipto, pasto y cielo. Recién ahí, sostenida en ese planeta diminuto, me decido a conversar con tu mirada.

No guardará

  No guardará ni para sí ni para otros eso que se pudre en la alacena, el gusano de la ira, el amor apolillado. Da un paso, luego otro, cabalga cuerpo adentro hasta encontrarla. La voz quebrada pende de un tallo frágil, la ayuda a salir de una buena vez. No desespera, será grito, aullido, hasta poder moldearla como barro y abrace a quien tenga que abrazar. Nunca más, se dice. La palabra encuentra al niño que tiembla de miedo en un rincón, al náufrago que huye del odio, a la mujer rehén, a si misma escondida entre balbuceos. Se levanta junta unas buenas palabras y las rompe contra el silencio amurallado.

En el balcón

  Una mujer en el balcón está a punto de regar sus plantas. En ese mismo instante el plátano de la esquina decide polinizar la cuadra.El polvillo se suspende en el aire y una nubecita pasa por entre las rejas.Regadera en mano, la mujer siente un temblor que comienza desde el pecho, pero termina sacudiendo todo su cuerpo. Unas cosquillas le hacen contorsionar la cara, sus ojos llorosos parpadean fuerte y un impulso como un huracán desde el fondo de la nariz le abre la boca: ¡Atchis! La regadera tiembla al compás y riega malvones y transeúntes por igual.

Viento

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Sueños

  ¿Por qué volaron las tazas de nuestro desayuno? No está la mesa con el mantel a cuadros ni la silla donde me sentaba. ¿Qué es ese olor a tierra húmeda que me envuelve? Dibuja un paisaje que no veo, la neblina insiste en ocultarlo. ¿Por qué me da miedo atravesar lo oscuro? Un espejo me refleja niña, cabalgando en almohadones de lona; escucho una melodía conocida, una guitarra, voces amadas, de fondo: risas, el sonido del mar que viene y va. Nosotros dos jugando a atraparnos, a besarnos tontamente, disfrazados de lo que no somos. No siento el peso de mi cuerpo sobre el suelo. Ni un solo hueso me duele. Huele a azahares la noche... ¿Es de noche?

Higuerón

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  A la hora señalada, en lo alto de la ceiba, ahí dejó la semilla, el pájaro en la rama, el universo mezcló las cartas y decidió que así fuera, la semilla de higuerón, por una ceiba anidada.   Para el tiempo de florecer,  la ceiba y sus maravillas, pétalos blancos y rosas con pequeñas pinceladas.   La semilla de higuerón, hace tiempo germinada, ya era un telón de raíces. sobre la ceiba atrapada.   Un poquito más de espacio, otro rayo más de sol, bebo un poco de tu savia, que nadie más te mire, solo yo. Así le decía el higuerón  a la ceiba que entre sus ramas crecía.     Poco a poco sentía que se quedaba sin fuerzas, el higuerón le pesaba enredado entre sus piernas.   La ceiba  perdió sus flores, sus hojas, sus algodones. Gasto su último latido sin darse cuenta de nada.   El higuerón, esa semilla que un día había buscado cobijo, se erguía  entre sus despojos, en verdugo transformado.          

Mar profundo

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  Forma parte de "Juego de amigas" antología. Me da miedo nadar en lo profundo, por eso nado con un ojo atento al borde donde sostenerme, me da miedo bucear  entre tus pensamientos: miedo y culpa. He creado un monstruo de mi misma,  no me animo a verme en el espejo.  Dejo  que la vida pase con la inocencia del mar, que se ha tragado viajeros, barcos enteros,  pero llega hasta la orilla  transparente  con su festón de espuma  a lamerte los pies. Me aferro a pensar que tu vida es esa que pasa delante mío:   ¿Qué comemos?,  ¿miramos una peli? ¿cómo te fue en el trabajo? No quiero para vos  esta jungla de pensamientos,  reproches que saltan todo el día por mi cabeza,   deseo con fervor que respires hondo y sientas solo el presente, simple como el aire  que silba su canción entre las piedras.

Se acaba el día

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  ¿Qué será del río, su lámina de plata, su pliegue lejano  donde nace el cielo? Corremos para llegar al trabajo, saludamos a los apurones, prendemos la tele, ¡Ay; que se acaba el día! ¿Qué será del humedal,  del venado, de la garza, del irupé, del duraznillo? Apenas tenemos tiempo de mirar al cielo para saber si llueve. Cuando se encienden  las luces en la calle nos enteramos que atardece. ¡Ay, que se acaba el día! ¿Qué será del monte  tejido de ramas de nidos y cantos? Todos tenemos a mano la lista del supermercado, los trámites que se demoran, el tiempo que no alcanza, tampoco el dinero. ¡Ay, que se acaba el día! Un día, por fin, despertaremos, no habrá más río ni humedal  ni monte ni cielo de qué preocuparse. ¡Ay, ese día !