Razones para amar a una biblioteca en un puente. Porque desde allí puedo ver el camino del sol. Porque parece un pedazo de campo que se niega a partir. Porque la luna llena se prepara para iluminar la vuelta. Porque el cielo escribe con caligrafía de nubes y las lluvias se suspenden. Porque allí, el cielo nos escucha. Porque ponemos música y bailamos en ronda. Porque el espacio invita. Porque nos esconde del barrio apurado. Porque allí los poetas son bienvenidos. Porque crece el pastito sin que nadie vigile. Porque en la hondonada por donde pasa el tren a veces imagino un río de agua torrentosa. Porque es una biblioteca sin techo. Porque en una biblioteca sin techo los pajaritos de la cabeza pueden salir volando. Porque en una biblioteca sin puertas ni candados todos son bienvenidos. Porque en una biblioteca sin techo, el sol ilumina cada palabra. Porque cada uno encuentra sus palabras. Porque hay palabras de tinta, palabras de hilo, palabras de aire. Porque una banda de grillos n...
El Coleccionista En el parque Rivadavia todos conocen a mi abuelo.Cuando él saca nuestro cofre de madera aparecen sus monedas. Entre los coleccionistas me quedo escuchándolo. La de 1960 tiene al cabildo, se la regaló su papá cuando empezó el jardín; la del 78, un estadio de fútbol, la ganó con su primer trabajo, con la de 1820, inventa siempre algo distinto sobre calles de barro y la quinta de los Lezica. Se que por nada en el mundo las vendería. Después desayunamos en el bar de enfrente: café con leche y medialunas. Cuando sea grande yo también quiero contar historias.
Los duendes de la primavera Ustedes ya saben que los duendes son esos seres mágicos vestidos de verde con botones colorados y escarpines con punta. También saben que viven en los bosques, que alrededor de los treinta y cinco años dejan su infancia para entrar en la adolescencia que dura solo ciento un años más. De esos duendes, les voy a contar hoy una historia. Una historia de duendes, en un país de duendes. Un país muy frío, siempre blanco de nieve. Las mamás y los papás duendes se la pasaban tejiendo saquitos, calcetines, calzones y calzoncillos largos para mantener abrigada a su familia. Y todos los demás, viejos, adultos, niños y bebés cortaban leña para armar fogones y recogían frutos para alimentarse. No había tiempo para divertirse, para jugar o para dejarlo simplemente transcurrir. Hacía muchos años que no se los oía reír ni cantar. Largo tiempo atrás un rey había llegado de “Nadiesabedonde” y gobernaba el país de los duendes. No permi...
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