Y vos ¿en qué crees? Diario de Dafna
Rosario terminó siendo mi mejor amiga. Ya no peleábamos
tanto y la pasábamos bien.
Un día la llevamos a pasear con mi mamá y también vino a mi
casa a tomar la leche.
En su casa a veces jugábamos con las muñecas, otras en la
play con los juegos de Pedro, el hermano grande de Rosario que estaba en tercer
grado.
Otras veces mirábamos la tele. Un día vimos unos señores con
polleras muy largas que daban muchas vueltas sin marearse. A mí de chiquita me
gustaba hacer eso. Cuando me caía al piso de tanto girar, todo daba vueltas
alrededor mío y tenía una sensación en la panza como de vomitar. Pero no era
tan feo.
En la tele decían que esos señores rezaban así, entonces
Rosario me preguntó:
– ¿Vos cómo rezás?
– ¿Eh?, yo no rezo – le dije – mi papá dice que dios no
existe y mi mamá que sí pero que no es de ninguna religión.
–Ah, mirá: yo te muestro cómo rezo. Te ponés así, y hacés
esto, ¿ves? – Entonces Rosario hizo un montón de gestos.
– ¿Y por qué hacés todo eso? – le pregunté.
– Y… porque si no hacés eso Dios no te escucha. Él tiene que
ver que vos te pongas así, entonces debe saber que querés rezar.
– Claro, está re lejos y desde arriba nos debe ver como
hormiguitas.
– ¿Vos de qué religión sos? – le pregunté
– Mi papá es judío y mi mamá es católica.
– ¡Ah, con razón tenés tantos juguetes!
– ¿Por?
– Y, si rezás en muchas religiones, seguro que te escuchan
más que Papá Noel. Son dos dioses. Seguro que tienen más fuerza. Papa Noel no
te trae casi nunca lo que le pedís.
–No, Dafna, aunque tengamos religiones distintas, le rezás
al mismo Dios. Así me contó mi abuelo que sabe mucho de esas cosas.
–Y si te morís, ¿Adónde vas?-le pregunté.
– Al cielo-me respondió.
Y yo le respondí que los de mi casa también se van ahí,
porque mi papá me dijo que mi abuelo está en una estrella. Eso dijo cuando se
murió, después no me dijo más nada. No sé si seguirá estando ahí. Pero yo igual
me acuerdo de mi abuelo porque lo quería mucho.
– Si, capaz que ahí se van todos– me respondió Rosario.
Entonces seguí preguntando – ¿Y cómo es tu dios?
– Es muy viejo-, dijo Rosario, -tiene el pelo largo y barba
blanca y está sentado siempre en una nube.
-¡Ese es Papá Noel!- aseguré.
– No, nena, Papá Noel sale sólo una vez al año. Y tiene un
traje rojo-dijo Rosario.
–Por ahí que se disfraza-agregué, pero entonces Rosario se
enojó y me contestó furiosa:
–No tenés que decir esas cosas. ¡Vos porque no crees en
nada! –.
–A mí qué me importa lo que me digas. Yo a Papá Noel lo
quiero mucho aunque me traiga después cualquier cosa – le dije ofendida.
Justo entró Pedro, el hermano grande de Rosario, y nos
cambió de canal. Dijo que tenía que ver su programa favorito, y nos tiró un
alfajor a cada una. Después se sentó con nosotras en el sillón.
Lo miré y entonces pensé que no era tan malo como yo creía.
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