Reinas magas
Una a una,
enhebran la fila interminable,
cargadas de regalos para
el niño que vieron nacer.
No llevan capa
ni corona,
sino ropa de colores,
remeras con mangas,
zapatillas cerradas
( lo dice el reglamento).
Viajaron muchas horas
hasta este punto,
el camino las guía en el medio del campo.
Van en silencio,
algunas rumiando:
tristeza,
esperanza,
culpas ajenas,
otras van a los gritos,
sus fantasmas
tiran piedras
desafiantes.
Tan distintas ellas,
solidarias;
las une la misión
de llevar ofrendas,
en bolsitas transparentes:
pan,
yerba,
fideos
(los tomates pelados, cortados, sin semillas).
Ellos
se pondrán la mejor ropa, aunque
no la tengan,
para cumplir el ritual,
buscarán un mantel
que cubra
sus pensamientos oscuros,
el pedacito de pasto,
el árbol
con su nido de chimangos,
la vista del horizonte
serán la tierra prometida.
desde el encierro.
Allí,
sin la estrella,
se abrazarán a las magas
entre lágrimas,
también risas,
hasta que la guardia
diga:
Se ha terminado la visita.
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