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Las monedas del abuelo
Dentro del cajón, una caja, dentro de la caja, un cofre de madera. Tus manos de papel, temblorosas, abren el tesoro. Redondas, desgastadas algunas y otras refulgentes monedas. Rescatadas con palabras para que el olvido no las vuelva a enterrar. Desde el cofre abierto una cascada musical cae sobre las baldosas negras y blancas. Cada una encierra un secreto. La de 1820 es nuestra favorita. Una mujer la entregó por una cesta con pasteles dorados, me decís. Y yo imagino a las mujeres paseando con sus abanicos, a los hombres de poncho y sombrero. Juntos viajamos en el tiempo por esas calles de barro, en una Buenos Aires de tambores negros. Tintinean y caen. Quiero escucharte una y otra vez contar esas historias: la que servía para comprar una botella de leche, la que te regaló tu padrino el día que le cantaste un tango. Juntos les sacamos brillo y sigo tratando de hacerlas girar en el aire como solo vos sabés hacerlo. Cada una tiene tu acento y tu recuerdo. Nuestro tesoro decís, ...
Paseo con mi perra
Si pudiera viajaría con mi perra, todo el día, en un auto multicolor, con perfume de frutilla, con la ventanilla baja, dejar volar sus orejas, andar por la carretera, escuchando una canción, llegar cerquita del mar, revolear mis zapatillas y correr hasta la orilla, patalear y salpicar, jugar con una pelota, y después meterme adentro, mi perra se sentaría, porque a ella no le gusta, nadar donde está muy hondo, un rato me quedaría, hamacándome entre las olas, que los dedos se me arruguen, la boca se ponga azul, tiritando volvería, a secarme con toalla, como si fuera un panqueque y quedarme en el solcito, sobre la arena caliente, hacer castillo con puente para después aplastarlo, esconder cosas debajo de mi lona de colores, para que mi perra encuentre porque a ella le divierte...
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