Baños

20 minutos en el baño.


-No me baño, no me baño, no me baño, repite la nena mientras abre la canilla de la bañera.
Se sienta en el borde y se estira para colocar un tapón en la salida del agua.
De a poco el baño comienza a cubrirse con una nube de vapor.
 Se quita las zapatillas grises sin desatarse los cordones, empujando el talón con el otro pie y arrojando cada una al aire impulsadas con un estirón de piernas.
Ahora se saca las medias lanzándolas a un rincón, detrás del bidet.
Gira su cuerpo, se arremanga los pantalones y sumerge sus pies en la bañadera.
Juega con ellos, deslizándolos hacia un lado y hacia el otro, luego chapotea un par de veces.
Se inclina hacia los azulejos y dibuja un corazón con el dedo.
Saca los pies del agua y busca una toalla para secarlos.
Al otro lado del baño, en el pasillo, una mujer camina con pasos cortos y ligeros, se acerca a la puerta y da unos golpecitos seguidos.
La nena lleva su mirada hacia la puerta como si pudiera ver a través de ella y le responde-¡Todo bien, má!.
La mujer sale del pasillo con sus pasos apurados.
Estira la toalla y se para sobre ella. Pasa su mano para desempañar el espejo y una vez que se descubre realiza una serie de morisquetas como buscando pelea con su imagen.
Con las manos se sujeta el pelo, se lo tira hacia delante, se hace un rodete, dos colitas y se lo vuelve a soltar. Baila y cada tanto congela su movimiento y se estudia con la mirada.
Abre una puerta y comienza a revisar lo que hay dentro del armario.
Toma un frasco de champú y vuelca la mitad de su contenido en la bañadera.
Se arremanga y mete sus brazos hasta el codo sacando cada tanto un cúmulo de burbujas amontonadas con las que juega un buen rato.
Luego se levanta, se seca las manos con una toalla rosa y continua su exploración  del armario, lápices de labios, pintura para los ojos, pomos de cremas de color beige, castaño, pardo.
Vuelve a pasar su mano por el espejo, y comienza a pintarse con todo lo que encontró, primero tímidamente y luego exagerando los trazos hasta desfigurarse.
 Del otro lado la mujer insiste con un - ¿Te falta mucho querida? Y sin esperar respuesta agrega un – ¡Lavate bien detrás de las orejas!
La nena con cara de colores se sobresalta y toma un jabón con el que se refriega las mejillas y se enjuaga salpicando el piso.
Busca la tolla rosa y seca prolijamente cada gota.
Apura sus gestos, se agacha para sacar el tapón de la bañadera, empujando la espuma que se resiste a irse.
Guarda todos los frasquitos, lápices y cremas, cerrando la puerta del armario con llave.
Con la toalla rosa seca los azulejos y luego la arroja cerca de las medias.
Empapada, siente frío y el agua espumosa y tibia de la bañadera es una invitación a sumergirse.
Sin demora se quita el resto de la ropa, y se mete dentro como arropándose hasta el cuello.
La mujer de pasos apurados se acerca -¿Ya estás lista?
-¡Pero má, si recién entré!
-¡Ah, estos chicos! ¡Primero no quiere entrar y ahora no quiere salir! ¡Así son!

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