Monstruo de la bañera




Demasiado tarde para descubrir su truco de esconderse entre los pliegues de la cortina blanca y perfumada del baño.
Yo lo sospechaba, presentía su existencia repugnante y gelatinosa. Por eso cada vez que entraba al baño corría la cortina, tratando de asegurarme que ningún peligro me acechaba desde el oscuro pozo de la bañera.
¡Qué equivocación la mía!.
A veces cuando desconfiaba de la visión despejada de los azulejos verdes, llamaba a mi mamá con la voz algo quebrada.
Al segundo ella solía estar allí para tranquilizarme.
¡Qué estupidez la mía! Ella también sabía lo del monstruo, sin embargo actuaba como si mi temor fuera solo producto de la imaginación de un niño.
Ya no sabré nunca que motivó ocultarme la verdad. Hasta podría pensar que ella quiso que fuera así, pero es demasiado doloroso para aceptarlo. Ni siquiera tengo tiempo para pensar en otras posibilidades.
Si pudieras verme y escucharme mientras relato este final, dirías que estoy loco o que lo imaginé en una de mis pesadillas.
Pero el maldito acaba de deglutirme. Me diluyo junto a él por la cañería, en el agua sucia que viaja hacia el Riachuelo.

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