En la calle
Como sobresaltada por mi propia sombra miro a un hombre dormido, un hombre manso, lo arropan hojas lánguidas de otoño, una frazada sucia lo abraza al suelo frío dándole intimidad a su sueño. La gente insomne lo ignora, tropieza con una pequeña palabra amorosa de aire que lo ronda, su única pertenencia, los ojos de una madre se asoman desde la luna a ver que fue de ese río que trajo a su niño hasta esta esquina.